lunes, 2 de febrero de 2009

Atravesé la nata

No manches. La nata de nuevo. Para propios y extraños la nata siempre será impactante (miento, quizás no para todos). Entre la tierra y las nubes, en algún lugar bajo las nubes pero encima de la tierra, en México DF, existe una capa intermedia, fruto de las glorias de la industrialización así como una bocanada de humo gigantesca que se queda en un cuarto sin ventanas, La Nata. Blancusca, espesa, gruesa, de un olor inimaginable, aunque por lo que puede fantasearse seguro tiene esa textura de los algodones de azucar.

De noche la nata tiene un efecto muy particular sobre el DF: no, oigase bien, NO permite ver las estrellas. ¿Pero quien quiere estrellas? ¿No es mejor un bello paisaje celeste parecido a un llanura gris, una eterna tarde nublada como de tantos domingos o lunes tediosos? La nata es chilanga de hueso colorado como dicen por estos lares.

La nata, a diferencia de la luna, las estrellas y los luceros, parece no haber inspirado a tantos poetas, cantautores, pornoautores (valga la cuña al Chivi, el Chivi es Dios, B2B!), escultores, locos, o drogadictos. No conozco del primer poema a la Nata, el primer bohemio suicidado con la nata como eterna enamorada, ni siquiera alguna canción trashera al respecto.

Bueno, pero volviendo al tema. Atravesé la nata otra vez. Cali Ají un mes casi exacto y de nuevo aquí. El blog, como mi persona, atravesó la nata del olvido y de la dejadez para tratar de estar un poco más actualizado.


PD: Tengo nuevo roomie! Aún no entiendo si está feliz o triste por el juego de los Cardinals.

PD2: Ayer vi mi primer juego de la NFL, estuvo muy bien. Al principio no entendía un pepino (ni madres) pero al final insulté con el último touchdown de los Steelers. Creo que podría volverme un aficionado (aunque sea de cada Superbowl).
 

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